¿EL LENGUAJE DE LOS SENTIMIENTOS?

Descubriendo el complejo mundo de los emoticonos. Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras. Sin embargo, ¿sobre qué hechos se sostiene esta afirmación? Ya en las distintas teorías surgidas durante el S.XIX y S.XX se comenzó a hablar de como el lenguaje escrito y literario mostraba ciertas carencias en comparación con el oral. Con ello, se afirmaba que, en efecto, habían factores extralingüísticos presentes en la comunicación oral (entendida como la original) que se perdían en la lengua escrita y que, por lo tanto, dejaba un mayor margen para que el receptor pudiera malinterpretar el mensaje transmitido por el emisor.



Esta línea de pensamiento, varias décadas después, tiene vitalidad hoy día y puede verse como el motor de las nuevas formas de comunicación que han empezado a surgir, como es la del uso de emoticonos: “Los emoticonos reflejan elementos fundamentales de la comunicación […] reflejan la forma natural de comunicarse del ser humano”. Estas palabras fueron repetidas hasta la saciedad por Vyryan Evans, escritor de “The Emoji Code”. Dentro del campo de la psicología y la antropología se han prestado importantes esfuerzos e increíbles cantidades de energía a estudiar las emociones: qué son y qué propósito tienen, gestándose varias teorías sobre cómo ocurren y por qué. Entre todos estos aspectos que merecen especial atención según los especialistas del funcionamiento de la mente humana, hay uno de vital importancia.

 ¿Alguien sabría imaginar cuál? En efecto, hablamos de la importancia de la expresión de nuestras emociones y el cómo se expresan. Y aquí es donde vamos a entrar en materia. Como lingüistas, nos hemos centrado tradicionalmente en la semántica, la sintaxis y morfología de nuestra lengua. Sin embargo, no ha sido hasta hace relativamente poco que hemos comprendido la necesidad de expandir nuestro campo de visión hacia todos aquellos elementos externos a la lengua, pero que completan, e incluso modifican su uso. Así, han nacido disciplinas como la pragmática y el análisis del discurso entre otras, cuyo objetivo principal es estudiar la lengua y sus usos dentro de los distintos contextos, atendiendo a todos esos elementos que hasta ahora no se habían tenido en cuenta pero que forman una parte fundamental de nuestra comunicación. Entre todos los elementos que condiciona cada una de las palabras y expresiones que salen de nuestra boca, quizás uno de los más visibles y radicales son los gestos.

La importancia del lenguaje no verbal ha llegado ha ser determinante, por ejemplo, en las entrevistas de trabajo. Y es que, en el momento en que palabra y gesto se contradicen en una persona durante una entrevista de empleo, los psicólogos siempre van a atender antes al gesto que a lo que el candidato está diciendo. ¿Por qué? Porque el lenguaje corporal no miente, mientras que nosotros sí podemos dar la forma que queramos a nuestras palabras. Así pues, la postura de los hombros o los movimientos de la mano pueden, en todo momento mandar señales de las emociones que el individuo en cuestión está experimentando.

Ahora bien, dentro del lenguaje no verbal de un individuo el corporal es muy revelador, sin embargo, numerosos estudios demuestran que este puede tener significados distintos e interpretarse de manera divergente según las distintas culturas en que se pueda dar. Este hecho hace que uno pueda tener menos confianza en si está interpretando correctamente el lenguaje corporal de la persona que tiene en frente. Sin embargo, ¿ocurre lo mismo con el lenguaje de la expresión facial? No solo el naturalista Charles Darwin en su libro “The Expression of Emotions in Man and Animals”, sino expertos y científicos actuales como Paul Ekman, han encontrado que, mayoritariamente hablando, las expresiones faciales usadas para expresar emociones básicas tienden a ser las mismas en todo el mundo, independientemente de la cultura.

Aun cuando se sabe que la cara de un humano es capaz de crear una inimaginable cantidad de expresiones faciales, hay seis que reflejan los estados emocionales más básicos: tristeza, alegría, sorpresa, enfado, disgusto y miedo. Hablando de estas expresiones faciales que aquí vamos a considerar básicas, el experto en el tema Paul Ekman hizo un estudio en el que fotos de personas mostrando estas emociones con la cara eran interpretadas correctamente por millones de individuos de distintas culturas, educaciones y mentalidades.

De hecho, se atrevió a decir incluso que estas seis emociones son innatas al ser humano y que también lo es la expresión humana de ellas. En la actualidad, el lenguaje de los emoticonos cuenta con miles de posibles opciones. Hay caritas para expresar prácticamente cualquier estado anímico en el que nos encontremos. Si bien es cierto que muchas de ellas pueden interpretarse de manera distinta dependiendo del contexto en el que se usan (bien sea cultural , generacional o situacional); también lo es que se prueba la tesis de Ekman: sí, hay una interpretación común al 98% de la población de las seis caritas que reflejan los seis estados de ánimo básicos.

Hoy día, el uso de redes sociales y mensajes instantáneos online está repleto de estas caritas que reflejan los distintos estados de ánimo que el hablante o emisor quiere expresar. Se ha dado la opción a ese lenguaje escrito insuficiente del que hablábamos al principio de completarse gracias al acompañamiento de un gesto dibujado que puede añadir o modificar el significado de las propias palabras. Es decir, gracias a la existencia de los emoticonos, la comunicación escrita no pierde ese elemento que, inconscientemente expresa emociones, propia de la comunicación original: la oral.


Tal y como dice Vyryan Evans: “Aseverar que los emoticono nos hace ser peores comunicadores es como decir que usar expresiones faciales en conversaciones hace que nuestras ideas sean más difíciles de expresar. Es un sinsentido”. Los humanos necesariamente expresamos nuestras emociones y el nuevo lenguaje del emoticono permite hacerlo con mayor énfasis y claridad en un mundo digitalizado.